domingo, 14 de septiembre de 2014

La pensión de Edurne



En una pensión de carretera donde el tiempo se quedo parado un triste sábado lluvioso del mes de octubre de 1959, no quiso mirar atrás por temor a su propia sombra. Lo que acababa de hacer no tenia nombre.
Con las manos aun temblorosas y ese sabor amargo que dejó la adrenalina en su boca, apenas atinó a poner la llave dentro del manillar para desbloquear la dirección de su flamante lambretta Li serie 1, arrancó la moto y salio del recinto del patio a toda prisa.
Hacía tres años que administraba la pensión fruto de la herencia que le dejó su madre al morir, y que esta, a su vez, había heredado de su madre, la abuela Edurne.
Mas de 200 años quedaban atrás, y las historias de varias generaciones encerradas para siempre entre sus paredes, desde 1750 la hospedería había dado de comer a sus antepasados y a el mismo.

Por la carretera sentía como el aire refrescaba su su rostro, sin embargo en la nuca sentía el halo caliente de la voz de su madre que le susurraba sin para que aún estaba a tiempo de dar media vuelta y enmendar lo que había provocado. Pero su decisión era clara y precisa, quería huir de esa pasado que lo mantenía preso en una cárcel sin barrotes, estaba decido a empezar de nuevo sin ataduras y libre de la losa del pasado que le aplastaba en el pecho hasta el punto de no dejarlo respirar. Aunque en aquel preciso momento todas las voces que le martilleaban la cabeza le dijesen todo lo contrario.
Todo paso muy deprisa, tan rápido, que a su retina casi no le dio tiempo de captar la imagen del camión que se cruzo en su camino, como salido de la nada. No sintió ningún dolor, el golpe fue tan fuerte y certero que todo se apago apenas en unas décimas de segundo.

Todos sus sueños se desvanecieron en un momento, apenas un segundo, y todo quedo fulminado.

Mientras tanto en la pensión, las llamas acababan de consumir los últimos centímetros de oxigeno de la habitación, que por inercia cerro al salir, después de arrojar a las cortinas la lampara de petroleo y ver como empezaban a alzarse las llamas que debía consumir todo el edificio y que finalmente acabaron por ahogarse por si solas. Solo quedo afectada aquella habitación, aunque el, nunca llegaría a saberlo.


2 comentarios:

  1. Precioso sitio y gran historia.
    Me encantan estos lugares que han sido protagonistas de historias de todo tipo.

    Saludos
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    1. Gracias por tu comentario M.Alfonso, la historia hace que los lugares ganen en interés y belleza.
      Que sepas que me encanta tu blog!!
      Saludos

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