jueves, 30 de mayo de 2013

Et Propter Nostram Salutem

Sentía malestar, y un malhumor exacerbado cada vez que volvía a esa  casa. No se sentía relajada en su propia morada, no sentía esa sensación de felicidad, imprescindible para disfrutar de tu hogar. Ni la compañía de sus hijos, ni la alegría inocente de los niños correteando por los salones, llegaron jamás a evitar esa sensación de vacío y de soledad, a pesar del bullicio de sus moradores.
Sentía constantemente un dolor extraño en su interior, un dolor que solo las madres pueden llegar a sentir, como si le hubiesen amputado una parte vital de su ser, una parte invisible pero cierta.
A esa sensación de dolor,  se le unía la gravedad de una violación, la de su propia casa. Que ella vivió como propia hasta sus últimos días. Como si hubiese sido en su cuerpo, donde se posaron pausadamente las manos del que perpetro tal acto.
¿A quién culpar? Cuando los carniceros que amputaron su cuerpo y el violador de su morada, no están al alcance de su poderosa mano?
Aquella mañana se levanto con la misma angustia de todos los amaneceres de los últimos años, con el mismo dolor que oprimía su pecho hasta la asfixia, con el mismo pensamiento desde que asesinaron a su hijo, y su esposo, en aquella fatídica tarde de marzo de 1938.
Se vistió con parsimonia, recogió sus más íntimos recuerdos, y entrego las llaves al masover. Las instrucciones fueron cortas y precisas. Vacía la casa de todos los enseres, traslada los muebles a la casa nueva, corre las cortinas, cierra puertas, y ventanas, que no entre la luz en esta casa hasta que se cierren mis ojos. No soporto mas este olor a extraños en mi propia casa.
El buen hombre cumplió  a rajatabla, como siempre, las ordenes de la señora. Poco a poco  fue deshilachando la tela que durante  casi  cincuenta años se había tejido dentro de aquellas paredes. De lo que no pudo deshacerse, fue de ese olor a extraño, de esa sensación de estar permanentemente observado, de la tristeza de sus paredes vacías, de esa presencia constante de un malestar impuesto desde fuera.
Pasaron los años, la casa cayó en el olvido, la señora murió en 1949, las fábricas se perdieron con las primeras crisis industriales y los herederos no fueron capaces de mantener el imperio que la madre dirigió sin el apoyo de su marido asesinado vilmente en una cuneta junto a su hijo.

Cuando visitamos la casa, de inmediato nos invadió esa misma sensación de estar siendo observados por ojos imprecisos desde los múltiples rincones oscuros de sus estancias. Vacía totalmente, desnudas sus paredes y desposeídos sus techos y sus suelos de todo aquello que un día los cubrió. El vacío nos envolvió, y calo en nuestros cuerpos, haciéndonos sentir en todo momento que allí no éramos bienvenidos, y que debíamos dejarla seguir en paz con sus soledades y recuerdos.
Salimos de allí dejándola nuevamente con su soledad de ventanas cerradas, cortinas corridas, y estancias vacías. Ella respiro tranquila en su ansiada soledad, y a nosotros, el tímido sol de febrero, volvió a iluminarnos el rostro y nos distrajo del velo de oscuridad que nos envolvió mientras estuvimos dentro.                                         

     Escrito en febrero de 2012
Publicado en  mayo de 2013





















jueves, 23 de mayo de 2013

Colores

A menudo nos encontramos con fabricas como esta. Cuando accedemos a su interior quedan al descubierto todas su verdades. Verdades a menudo escondidas, silenciadas, ocultas.
A menudo un cumulo de ilegalidades, que hacían presagiar que no tendrían un final feliz. Vertidos a los ríos, con la consiguiente contaminación de las aguas, y toda la red oculta para realizar los vertidos. Pozos ilegales dentro de la fabrica para no pagar el cano de  aguas y no evidenciar el enorme consumo y los vertido al río.
Una vez mas, quedó dentro un problema después del cierre, ¿quien descontamina los residuos allí abandonados?
Este sistema conlleva una peligrosa falta de conciencia ecológica que hará que  dejemos en herencia a nuestros hijos, tremendos problemas sin solucionar.






















El resto de la fabrica esta totalmente destruida por los chatarreros, solo dos estancias contenían algunos detalles dignos de ser fotografiados. Con el resto se te cae el alma al suelo.

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