Esperando el final, el bosque está tranquilo....
A las 8 de la mañana, entro en la fábrica. Nada más
abrir la puerta, donde esperas oír solo el silencio de un lugar abandonado
desde hace tres años, lo primero que te sorprende es un motor en
funcionamiento, un generador de corriente está en marcha. Es la primera señal
de que aún se está realizando alguna actividad. Me dirijo al origen del sonido,
pero allí no hay nadie, solo un generador en marcha.
Me doy la vuelta dispuesto a salir, pero las primeras
visiones que se me ofrecen, me cortan la respiración, me sube un poco más la
adrenalina que ya la tenía al 80%, planto el trípode en el suelo, coloco mi
cámara y comienzo a trabajar. Cada imagen que tomo me resulta más y más sugerente que la anterior, a cada paso que doy,
veo la imagen presente y surgen otras tantas en mi imaginación.
Como siempre que visíto estos lugares, no puedo
abstraerme de la realidad que fue, y que nunca más será. Imagino el trajín de
los trabajadores/as, por los interminables pasillos llenos de tuberías,
rodillos, prensas, interruptores y válvulas y más válvulas. Imagino la vida en movimiento dentro de la fábrica,
de ese monstruo que durante mucho tiempo fue el modo de vida de muchas
familias, y a la vez una herida abierta en el medio ambiente de la comarca
Lo que un día fue un hervidero de personas y
maquinas, hoy yace inerte y en fase terminal. Donde los únicos señores y amos actuales,
son los sopletes que cortan los hierros y las tuberías y las plataformas que soportaban los motores, y los martillos neumáticos que desmontan los forjados de hormigón,
para convertir el lugar en una planicie con un futuro incierto.
Esta es su ultima historia, casi no lo queda tiempo de explicar mas.
Primera parte
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